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jueves, 27 de enero de 2011

UNA MUJER ESPERA


Pintura: Óleo de ANA MUÑOZ


UNA MUJER ESPERA

Nunca estuvo más cerca de su infancia
que ahora que la mira
desde el balcón combado de su vientre,
arroyo de aguas mansas donde crezco.

Al fondo del recuerdo se ve niña,
cascabel de colores,
sacando del plumier
un tesoro de risas
que se cuelga en el pecho
 a modo de collar.

Pizpireta, se mira en un espejo,
se ajusta la diadema y con un guiño
despide a la mujer que la contempla.

Ésta se queda con un poso
de júbilo en el pecho,
y apuesta por un mundo
feliz como fue el suyo,
para dárselo
a  quien  ha de nacer.

A dos manos inventa una caricia
y recorre su abdomen,
luego cierra los ojos,
se recrea en la espera
y sonríe silente.

 (Del libro "Eco de niño para voz de hombre" de Juan Calderón Matador
Ediciones Cardeñoso- 2003)

lunes, 10 de enero de 2011

MUJER ROTA

"La Carta" óleo de Ana Muñoz


MUJER ROTA

Tiene cansado el norte de las piernas,
esa oquedad por donde el macho
se le tornó ceniza,
y crecieron cipreses
                   bordeando
la ruta de su luna.

-Por qué hube de guardar tan largamente
tesoros con memoria de azahares,
-se preguntaba, rota.

Quién le sembró la frente de mentiras
al hablarle de besos
que hacen temblar la tierra.

Sus campos no supieron de ternura;
tan sólo prisas y violencia
su remanso arrasaron.

No se atreve a mirarse en el espejo,
sabiendo que la niña
es quebrado cristal.

(Del libro "Eco de niño para voz de hombre" de Juan Calderón Matador,
Ediciones Cardeñoso- 2003)

sábado, 1 de enero de 2011

HOMBRE SIN AMARRAS, MURALLAS



HOMBRE SIN AMARRAS

No es fácil este gesto
de desatar la cinta
y remover la caja
donde ignoré el pasado,
pero ha llegado el tiempo.

Me libero de amarras
y zarpo al interior de los espejos.


Pintura de Ana Muñoz


MURALLAS

Atardecía ya la primavera
sobre la dulce piel
de aquella joven sin amar.

Él trajo desde lejos
la camisa impregnada
de membrillos y hombre,
y sobre todo
dos golpes de misterio
velados tras los lentes.

Cuando tomaron el primer licor,
proyectando futuro en sus miradas,
las líneas de las manos ya tenían
murallas entre ellos.

La aldaba del fracaso
clamó con voz de bronce,
grito que fue a morir junto a las velas.

Ellos, absortos como estaban
en hacerse creíbles las mentiras,
no oyeron el mensaje y acabaron
perdidos en la miel de un beso.

(Del libro "Eco de niño para voz de hombre" Juan Calderón Matador,
Ediciones Cardeñoso 2003)