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martes, 23 de octubre de 2012

Reseña del poemario EL DESTINO NOS ATA Y NOS DESATA, por Soledad Cavero


Reseña del poemario EL DESTINO NOS ATA Y NOS DESATA, por Soledad Cavero



"Los dados del destino" Técnica Mixta  (Javier Bueno)

Reseña del poemario EL DESTINO NOS ATA Y NOS DESATA,
por Soledad Cavero

Cuarenta y cuatro poemas, divididos en tres partes,  componen este nuevo libro de Juan Calderón Matador, titulado El destino nos ata y nos desata.
No sé si el poeta eligió este número por ser capicúa o lo hizo guiado por el  simbólico atributo que pudiera aportar a su obra. La capacidad que Juan Calderón tiene al descorrer el velo que oculta el misterio del amor, nos hace sospechar que no hay nada gratuito en estos versos. El poeta conoce bien el oficio y se sumerge de lleno en las turbulentas aguas del amor, sintiéndose arropado por el descubrimiento de lo verdadero. El destino es el enigma que el tiempo va desgranando, según sus propias sensaciones van acoplándose a la verdadera llamada del amor. El despertar de los sentidos ante la belleza de la entrega no conoce más camino que la autenticidad. Camino que no por ser a veces fácil deja de modelar el Ser como el agua modela la piedra más dura: “ Así los años/ sobre la piel nos rulan/con una decisión de modelaje”,  nos dice Juan arañando el paso del tiempo como vía de desarrollo interior y conocimiento de sí mismo. A veces  le atenaza el desaliento, como si el destino evanescente se diluyera en la opacidad de lo cotidiano, haciéndole regresar hacia el pasado:  “Contra un pecho que vive de añoranzas/ y esta vida con vocación de muerte”, expresa convocando el amor  en un  halo de ternura y desengaño al mismo tiempo. Desengaño translúcido porque al fondo de esa realidad existe un conocimiento de la realidad amorosa.
El paso de los años y  el poder de lo imprevisible van asociados  . El tiempo, según los instantes  vividos, se dispara o detiene dentro de la observación interior. El enigma del misterio amoroso  rompe fronteras para indagar en el NO tiempo  más allá del círculo de una vida: “Se ha detenido el tiempo/ que nos ata y desata,/ porque yo te conozco/ igual que tú me sabes”, manifiesta  en el último  poema de la primera parte, mucho más intimista que las otras.
En los poemas de la segunda parte Juan Calderón continúa con  cierta nostalgia : Se despide con tristeza de la perdida inocencia y recuerda que: “Los ojos de los muertos/ son un largo pasillo” No sin hacer regresar antes del silencio a la persona que en  momentos determinados  dejó sus  huellas marcadas para siempre. Las imágenes simbólicas de estos poemas nos conducen  hacia el pasado también, pero algunas lo hacen como desde el filo de un espejo en el que desapareciera al final la propia imagen. Hombre y mujer parecen enfrentarse a un  desafío . La interpretación del poema  “Nombre” (Pag,59)  por ejemplo, habría que hacerla  desde un abismo, dadas las  resonancias surrealistas que tiene. De ahí que ciertos poemas nos introduzcan de lleno en el misterio personal de la interpretación: “Ella se abrió la voz/con un muñón de hormiga y de la llaga/emergió como incendio/ un hombre varonil, que se hizo grande/ hasta engullirla entera”. El lenguaje, cargado de signos, aflora para hacernos profundizar en las múltiples asociaciones que contiene.
En la tercera parte el poeta aborda  con sencillez lo cotidiano del amor y los hechos de la vida. Escritos  estos poemas en segunda persona del singular la ternura emerge en el despertar de cada día “Huele a café y pan tostado./No hay rincón en la casa/ donde el amor no asome”,  afirma saludando la mañana agradecido. La vida es celebrada como un regalo, aunque  sabe que el amor es frágil y   el  viento puede  “Agrietar la techumbre”.  Sin embargo, el poeta asume  una vez más el  destino y  afirma convencido que traemos una “ Misión oculta”.
La desnudez  y conocimiento del  lenguaje utilizado, dentro del simbolismo que nos transmiten ciertos poemas, nos estimulan a seguir estas páginas  con verdadero interés . No en vano Juan Calderón ya tiene un largo recorrido poético. El libro se cierra con estos versos: “Hazme caso y permite que el amor/ haga su nido en nuestra playa”.

Soledad Cavero


sábado, 20 de octubre de 2012

OS INVITO A ESCUCHAR LA ENTREVISTA QUE ME HIZO EL PERIODISTA MIGUEL ÁNGEL DE RUS DE RNE CON MOTIVO DE LA PUBLICACIÓN DE MI POEMARIO "EL DESTINO NOS ATA Y NOS DESATA"


El Periodista Miguel Ángel de Rus


Loreta García y Agustín Segovia recitan poemas de "El destino nos ata y nos desata"
en el programa ALBORADA de Canal Extremadura Radio, el día 21 de octubre






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Reseña de JAVIER BUENO (ARVIKIS) del poemario "El destino nos ata y nos desata", de Juan Calderón Matador


Reseña de JAVIER BUENO (ARVIKIS) del poemario "El destino nos ata y nos desata", de Juan Calderón Matador



Reseña de JAVIER BUENO  (ARVIKIS) del poemario "El destino nos ata y nos desata", de Juan Calderón Matador

El último poemario de Juan Calderón, "El destino nos ata y nos desata", se mueve por caminos poco transitados. El autor, en esta ocasión, nos invita a la reflexión sobre la transcendencia del ser humano, a ir más allá de la vida y la muerte, para encontrar respuestas al laberinto existencial de las relaciones humanas, al margen del modelo de vehículo de experimentación humana, de sensaciones y emociones, que nos haya tocado pilotar.

Este poemario que hace el nº 8 del autor, tal vez no sea casual, viene, como es obvio, después de otros 7. La vida se estructura en septenios, que constituyen por si mismos unas etapas vitales, en las cuales se debe realizar un determinado aprendizaje para la evolución del espíritu. Superado este periodo ya estamos listos para ser modelados. El poeta ha consumado esas etapas y ha llegado a la madurez existencial, así nos lo hace saber al compartir con nosotros unos versos de impactante hermosura. En este tránsito por el espacio - tiempo, vida - muerte, tal vez queden sólo bosquejados aspectos ocultos de la esencia humana. Quizás el autor deba seguir indagando en estos mundos paralelos,  para que nos ofrezca más información sobre los mismos en otro poemario, en donde el 8 aparezca tumbado. Pero, seguramente, todavía debemos esperar, él y nosotros, a otras vidas donde, tal vez, se superponga el continente al contenido.
¡Enhorabuena! y gracias por este bello regalo.
                                                                                                        Javier Bueno Jiménez


domingo, 14 de octubre de 2012

EL DESTINO NOS ATA Y NOS DESATA, de Juan Calderón Matador. (Una propuesta de análisis, por Ricardo García Fernández)





EL DESTINO NOS ATA Y NOS DESATA, de Juan Calderón Matador.
(Una propuesta de análisis, por Ricardo García Fernández)

   El nuevo poemario de Juan Calderón Matador, El destino nos ata y nos desata, es el planteamiento lírico de una concepción amorosa. A lo largo de su lectura, los poemas funcionan como las distintas piezas de única manera de entender el amor, tema principal de la obra. Este sentimiento, como se verá a continuación, se caracteriza por la pureza, la fidelidad, el carácter platónico y una combinación perfecta entre espiritualidad y sexualidad, expresándose siempre a través de la serenidad y la reflexión con unos recursos formales que entretendrán a cualquier analista.
   La pureza de este amor se hace patente en cuanto se levanta como una emoción cuya fuerza no se ve reducida al género. El sujeto poético tan pronto se expresa en femenino como en masculino; y la figura amada, es amada ante todo sin importar si es masculina o femenina (Me pregunto cuál es tu nuevo rostro,/ si serás Él o serás Ella). Podría interpretarse como bisexualidad, si se quiere, o como la superioridad del amor por encima de  prejuicios y convenciones.
   A pesar de que múltiples rostros amados (imagen obsesiva del autor) se entrecrucen, siempre queda la sospecha de que sean el mismo con distintas formas; se reniega de aquellos que no cumplen esta creencia; y el canto a la fidelidad es una constante. Para reparar en ella bastaría con analizar las imágenes que se refieren a las personas que podrían irrumpir en la relación: una alimaña que canta “melodías de sangre y de colmillo”, una mujer haciéndose pavesas “entre sus propias llamas”“ladrones/ que puedan sustraer nuestro rescoldo”“pájaros hambrientos” que buscan la rapiña…
   El carácter platónico se manifiesta en las numerosas ocasiones en las que se presenta una búsqueda amorosa en continua oscilación entre lo alcanzable y lo inalcanzable. Predomina el enamoramiento repentino, profundo y luminoso; la alarma de su fugacidad y el deseo de que permanezca. Y, ante todo, lo que se expresa con más insistencia es la idea de que el enamoramiento equivale al reencuentro con el ser amado de una vida anterior, ya olvidada: “Dime, si es que lo sabes, / en qué lugar lejano/ asumimos la vida codo a codo./ El tiempo,/ travieso duende,/ nos ha borrado el rastro de otros ciclos”.
            La espiritualidad cubre por completo el tratamiento amoroso hasta el punto de poder hablar, sobretodo a partir de la segunda parte del poemario, de misticismo. De esta manera, a la unión amorosa se le llama “comunión”; en la mirada del amado se ven señales de Dios y la vida con él se entiende como “oración”. La sustancia embriagadora y placentera que coincide con el encuentro absoluto con el otro, denominada “licor” y repetida tantas veces por los místicos españoles, también aparece aquí. Sin embargo, en estos poemas el otro no es Dios, sino el amado; y no se refiere a una realidad abstracta tan difícil de desentrañar: “Antes de anochecer/ eran ya prisioneros/ de aquel dulce licor desconocido.”
   La utilización de la figura de Dios parece realizarse de una manera popular y folclórica. Cuando se le menciona se formula un deseo, encarnando la idea de destino o azar: “Dios mío,/ que no pase de largo.”
   Por otro lado, esta espiritualidad es combinada armónicamente con un fuerte erotismo de evidente carga sexual: “Ensalivo la flecha/ me hundo en ti”.
   El tema del amor, presente en toda la obra, despliega otros subtemas como el destino, elemento articulador de la concepción amorosa en cuanto al platonismo y la espiritualidad, y motivo evocador del título general; el paso del tiempo, preocupación por la que se invita al Carpe Díem amoroso; y la muerte. Algunos poemas, excepcionalmente, sorprenden por el tratamiento magistral de alguno de estos temas con independencia al del amor. Por ejemplo, aquellos que retratan a un suicida, a los avaros herederos de un fallecido, o a una mujer cuyas lágrimas por la pérdida del ser querido le impiden percibir la visita extraterrenal de este.
   Estilísticamente, esta temática se desarrolla mediante numerosas figuras. Entre ellas cabe destacar  la utilización del símbolo y la metáfora. La simbología más destacada es la de los elementos (aire, fuego, tierra y agua), que podría conducir a la clasificación de los poemas según el elemento dominante en cada uno de ellos, como también podrían clasificarse según los sentidos (vista, gusto, oído, olfato y tacto) presentes, que refuerzan la sensualidad y el erotismo del discurso. Aunque en menor medida, también llama la atención el uso de símbolos cósmicos, acorde con el misticismo y la espiritualidad, como el Cangrejo y el Carnero, designando sus respectivos horóscopos.
   En cuanto a la utilización de metáforas, predominan las que Victoria Escandell, entre otros, denomina “metáfora de identidad” y según la cual un primer término, imaginario, se une a un segundo, real, mediante la preposición “de”: “con las hebras de mosto de tu pubis”. En segunda posición, queda la metáfora unida a su término real mediante una aposición: “La vida,/ ese vaivén que lleva el río”.
   En otra ocasión se podrán desarrollar otras cuestiones, como el de la selección e innovación léxica en palabras como “calofrío” o“otoñeciendo”.
   Métricamente, esta poesía se caracteriza por el uso de un verso blanco, sin rima, cuya medida oscila del verso trisílabo al alejandrino, predominando el heptasílabo junto al eneasílabo y el endecasílabo, combinados con plena libertad en cada una de las composiciones. Se podrá observar que siempre es el verso el que se adapta al contenido y no al revés. Y que las unidades sintácticas coinciden con las métricas, logrando un equilibrio y una armonía casi renacentista, que se rompe a partir de la tercera parte del poemario, a través de numerosos encabalgamientos, sugiriendo el final de la obra, la ruptura del encuentro con el poeta, los suspiros que lanzan los desenlaces: “luego canta la noche/ el aria del adiós, mientras regreso”.
   El lector puntilloso reparará en algunas irregularidades métricas. Pero el lector doblemente puntilloso se percatará de su clara intencionalidad y el efecto que se logra mediante estos procedimientos. Por ejemplo, frente a la ausencia de rima se podrán encontrar algunas asonancias. En “Aún guardan las sábanas el eco/ de bravas galopadas./ Cajas sin fondo, los balcones/ le dan albergue al último jadeo.”, dicha asonancia evoca el mismo eco del que hablan los versos. Frente al sistemático uso de la sinalefa, en ocasiones se rompe. Así, refiriéndose al recorrido por el cuerpo amado, se dice en un endecasílabo “vereda a vereda, poro - a poro”, produciéndose una breve pausa al final del verso, emulando el ritmo lento del sensual recorrido. Incluso la ruptura de diptongos se llena de significado, como en el endecasílabo “girando un quitasol insinu - ante”, donde el alargamiento en la pronunciación de la última palabra, inspira el movimiento descrito en el contenido.
   En conclusión, y sin querer anular otras opiniones, podrá afirmarse que el lector, entre estas páginas, descubrirá numerosos hallazgos. Quien tenga un mínimo de sensibilidad, podrá disfrutar con su lectura y desentrañar no sólo una concepción amorosa y una visión general de temas universales, sino también una poética formal que analizar y, por qué no, también juzgar de aquí en adelante.
     Ricardo García Fernández                                                                                                   

lunes, 8 de octubre de 2012

Reseña de ISABEL DÍEZ SERRANO sobre el poemario, EL DESTINO NOS ATA Y NOS DESATA, de Juan Calderón Matador



Reseña de ISABEL DÍEZ SERRANO sobre el poemario, EL DESTINO NOS ATA Y NOS DESATA, de Juan Calderón Matador

Foto Internet

Reseña de ISABEL DÍEZ SERRANO sobre el poemario, EL DESTINO NOS ATA Y NOS DESATA, de Juan Calderón Matador

Desde la sinceridad, debo decir que la portada del poemario "El destino nos ata y nos desata" no me ha gustado, más parece una llamada de atención o un reclamo, que no me parece de buen gusto. Se puede decir mucho o igual pero de otra forma, y no es porque me escandalice, ni hablar, a estas alturas...

Pasando de ahí, qué sorpresa tan agradable encontrarme con la poesía de Juan Calderón, siempre auténtica, desnuda, sin recovecos, poética y lírica, lirismo íntimo, muy íntimo pero muy encomiable. Él lo sabe hacer, nos lo había demostrado ya. Poemario de amor éste, donde sin embargo no nos importa saber si es él, o ella, una mujer y un hombre, o dos hombres, como nos confiesa sin pudor, y ahí estoy de acuerdo con el autor, cada uno es como es y todos tenemos cabida y derecho en este mundo que nos asola. Juan lo sabe decir, comunicar, emocionar. Imágenes sorprendentes encadenadas o escondidas incluso tras los versos, que es preciso adivinar, no importa. "Abandona los lastres" dice y uno entiende el significado. Sugiere mucho y eso es bueno; a través de su palabra nos va llevando a un mundo poético muy de agradecer, no desconocido -por supuesto- pero -menos trillado-

Felicito a Juan Calderón en el sentido de su sinceridad, la bella forma de decir, que sigue la línea de sus anteriores poemarios y que dan la talla de un gran poeta de nuestros días. Le deseo, de corazón, un gran éxito con este libro tan valiente y hermoso y que "el agua que lo habita" siga siendo ya y por siempre "torrentera apacible", que siga dándonos sus sílabas, sus versos, para poder "sobrevivir" y despertemos todos. 

                                                        Isabel Díez Serrano


sábado, 6 de octubre de 2012

RESEÑA DE LOLA DE LA SERNA DEL POEMARIO, El destino nos ata y nos desata, de Juan Calderón Matador

HOPE (George Frederic Watts)



RESEÑA DE LOLA DE LA SERNA DEL POEMARIO, El destino nos ata y nos desata, de Juan Calderón Matador


Es un atrevimiento, por mi parte, añadir algo más sobre este libro, después del magnífico prologo de Blas Muñoz Pizarro. No obstante diré que: Juan Calderón me viene sorprendiendo desde su primera entrega poética "Camino Ancho" hasta esta última que acabo de saborear con placer : " El destino nos ata y nos desata ". 
Para mí ha sido su trayectoria como seguir a un niño desde su cuna hasta su madurez sin que haya perdido un ápice de su lírica espontánea , sin artilugios , notable y diáfana. Lo cual me causa una admiración profunda, no sólo por su buen hacer y saber, que es mucho, sino por que conserva la pureza de sus primeros pasos poéticos.

El tema amoroso, en la intensidad de sus detalles, lo eleva al rango poético en el aliento
palpable de lo vivo. Otras, al sugerir más que decir, nos deja ese espacio que precisa el lector, al incitar la imaginación de este, poetizando aún más el texto si cupiese. Transfigurando su pasión , convierte lo velado en cierto, salvando a través de los versos la ternura y la furia que reside en el máximo de los sentimientos. La tensión sorpresiva de sus poemas, nos hace cómplices de ellos, su exaltación mitigada por el tono de lo cotidiano, henchida de fascinación lúdica es un claro oscuro quizá tomado del impresionismo y es en él donde el poeta se mueve magistralmente en un sueño propio.

Un libro para volver a él en múltiples lecturas.
                                                                                                          Lola de la Serna 



martes, 2 de octubre de 2012

RESEÑA DE ANTONIA CERRATO MARTÍN-ROMO SOBRE EL POEMARIO, El destino nos ata y nos desata, de Juan Calderón Matador.




RESEÑA DE ANTONIA CERRATO MARTÍN-ROMO SOBRE EL POEMARIO, El destino nos ata y nos desata, de Juan Calderón Matador.



En este libro, el autor nos habla de ese destino caprichoso que ata y deshace lazos a su antojo, de la paciencia y la ternura de quien espera, dócil, la sabiduría y la contundencia del agua.

En esa INQUIETUD DE LA ESPERA,  Juan Calderón deja su corazón, como piedra de jade sobre el río de la vida, sin asustarse ni rehuir la acción delicuescente de esa lluvia que moldea y sosiega los flecos de la innata rebeldía. Después, como si de un rito iniciático se tratara, va tras la huella de un OLOR nuevo, para quien ha rescatado, hojitas de olivo y aleteos de cigüeñas, emprendiendo más tarde un REGRESO dolorido por haberse vestido de ausencia.

En PAVESAS, se deshace de una mujer con el PRESENTIMIENTO y la CERTEZA de que todo se ha de consumar, en un tiempo que recuerda ecos de otro momento, porque así lo quiere el DESTINO.

Sentimientos colgados al borde mismo de la memoria la naces, escritos en esos LIBRETOS ilegibles que hay que reeditar para entender los SIGNOS.

Difícil tarea la de asumir LOS QUE FUÍMOS ANTES DE QUE LA BARCA CRUZASE LA OTRA ORILLA.  Así fantasmas, se rebelan fragmentos de vidas en donde la vestidura del sexo, oculta crisálidas y voces que se desdoblan tanto en mujer como en hombre, conviviendo reencarnados, en un ser casi andrógino, que ha de cargar con el peso de su historia, a través de TRAMPAS, emborrachándose con el dulce LICOR del amor, el desconcierto ante CLAVES indescifrables que terminan perdiéndolo en un terrible LABERINTO donde la única LUZ posible, es la más oscura: la muerte.

CERRANDO EL CÍRCULO, nos encontramos con el diálogo inconfundible del amante con la pasión, las promesas y primicias de uvas y mosto, la barrera impenetrable de las caricias, con un nombre gravitando sobre sus cuerpos: la esperanza como barca, donde el amor pueda hacer su nido.

                                                                              Antonia Cerrato Martín-Romo
                                                 Badajoz, 15 de septiembre de 2012