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domingo, 28 de junio de 2009

RETRATO DE PEPA


(Inspirado en el cuadro “Retrato de Pepa” de Ramón Castañer)


RETRATO DE PEPA


Crece la mancha, se hace lirio,

malva se extiende decidida

a crear bellas formas femeninas.


Brotan cimas turgentes,

se afina la cintura,

reposan las caderas

sobre trono de viento.


Un brazo languidece encaminado

al paraje sereno

de rodilla con mano

y el color de la sangre se aposenta

sobre los afilados territorios

que rematan los dedos.


La extremidad izquierda está arqueada

con clara vocación

de ser asa del ánfora que guarda

los tesoros más gratos del querer.


Desde los hombros parten los caminos

capaces de llevarnos al paisaje

de un rostro tan hermoso

como el amor que esconde

entre los vericuetos del rodete.


El mundo se ha marchado del retrato.


Al otro lado del pincel,

Ramón adora a Pepa.

Solamente ellos dos

saben lo dulce que es el beso.


(Del libro “Mirar el Arte en clave de Poesía”

Beturia Ediciones 2006)

martes, 16 de junio de 2009

LOS GUARDIANES DE LA ISLA


(Inspirado en el cuadro “Sueño causado por el vuelo de una abeja alrededor de una granada un segundo antes del despertar”, de Salvador Dalí)



LOS GUARDIANES DE LA ISLA



La diminuta abeja

batió sus alas transparentes

sobre una voladora

granada bien madura

y en ella desató

los cerrojos del reino de Morfeo.


La muchacha,

durmiente en el vacío,

se adentró en los azules corredores

de un mar

que de pura quietud

era inquietante.


Y de pronto una isla

emergió entre las aguas de su mente,

áureo peñón que la reclama

con destellos y voces submarinas.


El fusil del deseo

le inyectó su veneno brazo adentro

y le tensó el paisaje

desnudo de su cuerpo.


Quiso llegar hasta la roca

mas no halló

embarcación capaz

de hacer el tránsito marino.


Voceó reclamando el interés

del zancudo elefante, esperanzada

de atravesar las aguas

sobre su envergadura,

pero el blanco animal

le dijo en la distancia

que no era esa su misión

y había de entregar el obelisco

en la plaza de un sueño faraónico.


Se escarchó la granada

y expulsó de su cuerpo

un pez que cobijaba en sus agallas

a los tigres custodios de la isla.


Los rugientes felinos

se abalanzaron sobre la mujer,

dispuestos a guardar

las costas del islote,

pero ella ya bajaba la escalera

que lleva al despertar,

donde son otros los peligros.



(Del libro “Mirar el Arte en Clave de Poesía”

Beturia Ediciones- 2006)


domingo, 14 de junio de 2009

DALÍ, NIÑO MARINERO


(Inspirado en Salvador Dalí y su obra)



DALÍ, NIÑO MARINERO


BOCA DE LA

SABIDURÍA: El mar es una alfombra azul

con la que travesea un niño.

Sus manos de juguete levantan un extremo

y encuentran un crustáceo parlanchín.


LANGOSTA: ¡Oh!

¿Cómo te has atrevido a desplegar

la puerta de las aguas?


OLAS: Eso, eso, ¿cómo te has atrevido?


NIÑO: Yo tan sólo buscaba una barquita

para ser capitán.


OLAS: Pues buena la liaste. Por tu culpa

hemos perdido el equilibrio.

Casi, casi quedamos derramadas

en las baldosas de la vida.


LANGOSTA: Mi suerte está en tus manos, pequeñín.


NIÑO: ¿Y qué puedo hacer yo, marinerito

sin barco de papel, sin gaviota

que me cubra del sol?


LANGOSTA: Suelta el trozo de mar que no te pertenece

y ocúltame de nuevo.


NIÑO: ¿Qué es el mar?


BOCA DE LA

SABIDURÍA: El mar es una caja inmensa

que guarda en su interior

los misterios del agua y de la sal.


MAR: El mar soy yo,

el que acciona los hilos

que mueven las mareas.


NIÑO: Yo creía que usted era la alfombra

del cuarto de jugar,

la que tiene pintado el vaivén de las aguas

bajo un cielo sin nubes

y un vuelo de aves blancas.


MAR: No soy más que un anciano

añoso como el mundo, y debo recordarte

que estás tirando de mi espalda

y tengo la columna dolorida.


NIÑO: Perdóneme, señor, no quise hacerle daño.

Le suelto de inmediato.


MAR: Esta humedad me tiene machacado,

ya sabrás algún día

lo dañina que puede resultar

para los huesos.


LANGOSTA: No te olvides de mí.

Devuélveme al lugar donde me hallaste

para que no pueda encontrarme

Dalí con su apetito,

dispuesto a devorar toda mi cola.


NIÑO: No sé de quién me hablas pero, si es tu deseo,

bajo el manto del agua te esconderé de nuevo.


BOCA DE LA

SABIDURÍA: Dalí es una gran pompa de jabón

que lleva por bigotes dos cordeles

tan tiesos como rabos de ratones.


NIÑO: ¿Será él quien se acerca surfeando?


BOCA DE LA

SABIDURÍA: ¡Oh, sí, es el maestro, Dalí, el gran Dalí!


DALÍ: ¿Quién invoca mi nombre

en esta playa rosa del recuerdo?


BOCA DE LA

SABIDURÍA: Somos los que creaste,

oh, gran Dios

del pincel y la tela.


DALÍ: Rodando vengo desde Cadaqués,

siguiendo a una langosta pelirroja

que escapó disfrazada de teléfono

y es urgente que haga una llamada.


LANGOSTA: ¿Tan sólo una llamada?

¿Es que no me buscáis para comerme?


DALÍ: ¡Ah, bribona, por fin te encuentro!

¿Qué dices de comer?

¿Es que acaso algún padre

se come a su criatura?


LANGOSTA: Soy vuestro auricular,

marcad en mi teclado los números precisos.


DALÍ: Aló, aló...


NIÑO: Dígame.


DALÍ: Sé lo que has hecho,

pequeño marinero.

Aunque lo desconozcas, en tu piel va la mía

y tengo autoridad sobre tus actos.


NIÑO: Señor, lo que usted diga.


DALÍ: Quiero que vuelvas a la tela

antes de que la luz estalle

en los despertadores

y te encuentre perdido en un paisaje impropio


NIÑO: Los párpados me llevan de regreso.


BOCA DE LA

SABIDURÍA: Los relojes son flores

que despiertan al alba.

Las mujeres-campanas

voltean danzarinas

sus enaguas de bronce

donde los campanarios

son bosques de locura.

El niño, con sus libros

guardados en los picos de las aves,

se aleja calle abajo

intentando aferrarse

al tranvía de los sueños.




(Del libro “Mirar el Arte en Clave de Poesía”

Beturia Ediciones- 2006)

jueves, 11 de junio de 2009

AMANTES


(Inspirado en el cuadro “Los amantes en el saúco”

de Marc Chagall)



AMANTES


Se achica el puente

asustadizo como un niño

que hubiese descubierto la bota del gigante,

un niño que buscase protección

en la sombra azulada de la orilla.


La luna, sin embargo,

no sabe ya de asombros;

¡fueron tantas las cosas

que le guardó la edad en los bolsillos!


A ella no le queda lugar en la mirada

donde sentar al miedo,

y asoma su insolente redondez

sobre el agua serena.


La noche canta nanas para dormir al río

y cómplice le brinda su penumbra

al búcaro que zarpa.


¿Qué horno fue capaz

de darle consistencia a tanta porcelana?

¿Qué manos moldearían

ese vientre capaz de dar cobijo

a todo un saúco y sus raíces?


Mas silencio,

que no responda nadie a mi pregunta,

no vaya a ser que una palabra

si filtre entre el follaje

y al amante distraigan


Sería imperdonable

robar esa ternura de sus ojos,

mutilar la caricia que regala su mano

y ella recibe complacida

sobre una sien donde tan sólo caben

su amor y él.


No puede haber pecado en esos pechos

que se ofertan desnudos;

no puede haber soberbia en sus contornos

cuando le gana la partida

al frescor rosa y blanco de las flores.


Nada puede ser sucio

en los dos cuerpos que se rozan,

que se inventan amantes

en la nómada copa de un arbusto.


Pero, ahora que lo pienso,

¿qué hago en esta alcoba

a la que no me han invitado?

Debo marcharme de puntillas.


(Del libro “Mirar el arte en clave de poesía”

Beturia Ediciones- 2006)



viernes, 5 de junio de 2009

AMARRE


(Inspirado en el cuadro “El gallo” de Marc Chagall)


AMARRE

La vieron con un gallo que tenía
áureas las plumas y el cantar
tan viril como el hombre,
al que cercó de amarres y conjuros
siguiendo un manual de brujas.

¡QUE SEA SÓLO MÍO Y NO ME DEJE
NI UN SOLO INSTANTE DE LA VIDA!

Él oyó sus llamadas en la puerta
más profunda que había en su cerebro.

Con la misma cadencia que los zombis
de un video clip de Michael Jackson,
dirigió sus pisadas a la casa
donde aún manaba tibia la sangre pescuecera
del amo del corral.

Echó la puerta abajo con la frente
y fue hacia la muchacha, que alelada
dejó que se adhiriese a su tersura.
Los vellos de su cuerpo
buscaron acomodo en el de ella,
perforaron la piel y se anudaron
al hueso femenino
igual que una raíz indestructible.
Le succionó la boca con labio-sanguijuela
hasta arrancarle vida e intestinos.

Ella se fue achicando con el tiempo
y quedó reducida
a una horrible verruga sobre el cuerpo del hombre.

(Del libro “Mirar el arte en clave de poesía”
Beturia Ediciones- 2006)